La Galería de Arte David Bardia, reúne en Homenaje a Oteitza una cuidadosa recopilación de obras de Jorge Oteiza, una exclusiva colección de esculturas del artista, considerado el máximo exponente de la Escuela Vasca de Escultura y el más influyente del arte español del S. XX en esta disciplina.

Tras varios años de búsqueda y selección, hemos logrado reunir más de treinta obras de este cautivador artista, quien marcó un antes y un después en la escultura de nuestro país a partir de la segunda mitad del S.XX.

Oteiza inició su actividad artística de forma autodidacta en los años veinte, con obras influenciadas por las vanguardias de la época, como el cubismo y el primitivismo.

Con la intención de investigar la escultura precolombina, en 1934 viajó a América del Sur donde permaneció hasta 1948. Al volver a España, ganó por concurso la elaboración de la estatuaria para la Basílica de Nuestra Señora de Aránzazu, en Oñate (Guipúzcoa). Era una obra controvertida, en la que Oteiza ponía en práctica su teoría sobre el debilitamiento de la expresión figurativa, y la Iglesia le prohibió llevarla a cabo. No pudo terminarla hasta 1968.

En los años cincuenta, con una obra experimental heredera del constructivismo, Oteiza renunció a la figuración y comenzó un acusado proceso de vaciado y desocupación de la masa que le llevaría hacia una escultura vertical y ligera: la «transestatua», en palabras del propio artista. La investigación en torno a volúmenes geométricos básicos como el cubo, el cilindro y la esfera, y el diálogo con la luz y la sombra, articularon una línea de trabajo que Oteiza calificó en 1957 de “Propósito experimental”. Este proyecto fue galardonado con el Primer Premio de Escultura de la Bienal de Sâo Paulo en 1959. Tras este reconocimiento y en el momento de máxima madurez creativa, decidió abandonar la escultura para dedicarse a temas conceptuales y teóricos.

Tendría que llegar 1972 para que retome su trabajo escultórico, bajo el conocido Laboratorio de tizas de 1972.

Denominado el escultor del vacío y el silencio, revolucionó la escultura a mediados del siglo pasado. Además de escultor, fue arquitecto, ensayista y poeta, pero le gustaba definirse sobre todo como un «obrero metafísico».

Como todos los genios, era un hombre de fuerte personalidad, excesivo y polémico, un artista polifacético, un agitador cultural infatigable, cuya enorme influencia va más allá de su labor como escultor. Siempre procuró, por un lado, contribuir a la creación de un arte vasco, como son sus intentos por fundar la Escuela Vasca; por otro lado, en su obra escultórica, se aprecia el desarrollo de las principales vanguardias de su época y una concepción trascendental del arte.

Tanto en las tres etapas más importantes del artista; Laboratorio de tizas, desocupación de la esfera y cajas vacías o metafísicas, Jorge Oteiza se consolidó como uno de los grandes creadores de la escultura española en ese momento, convirtiéndose no sólo en uno de los artistas más influyentes de ese siglo, sino a ser una memoria.

“Puedo afirmar y afirmo ahora: que el arte consiste, en toda época y cualquier lugar, en un proceso integrador, religador, del hombre y su realidad, que parte siempre de una nada que es nada y concluye en otra Nada que es Todo, un Absoluto, como respuesta límite y solución espiritual de la existencia” Jorge oteiza

Para referirse al conjunto de modelos realizados por Oteiza, se usan indistintamente las expresiones “Laboratorio experimental” y “Laboratorio de tizas”. A efectos de una mejor comprensión de los procesos creativos y de su delimitación en el tiempo, se pueden diferenciar dos momentos bastante precisos: el que discurre desde 1950 a 1959 hasta el momento en que abandona la escultura, y un segundo momento que se inicia en 1972 cuando retoma su trabajo escultórico. Para el primer momento se emplea la expresión “Laboratorio experimental de los años 50” y para el segundo Laboratorio de tizas de 1972. La expresión “Laboratorio experimental” a secas englobaría a ambos.

Así, el primero se caracteriza por una gran variedad de los materiales usados y de planteamientos conceptuales.

El segundo está constituido fundamentalmente por combinaciones con el elemento prismático – la tiza – y por unidades-tipo (cuboides y Matrices Malévich).

Por lo tanto, el Laboratorio de tizas de 1972 está constituido por modelos, como hemos dicho, cuyo elemento básico es el prismático, utilizado como una unidad simple o formando unidades compuestas, binarias o ternarias, con formas diferentes: en “L” con varias disposiciones, por unión longitudinal de dos tizas de diferente altura con un ligero desplazamiento, en “V”, etc.

A partir de estas unidades, Oteiza realizará diferentes series entre las cuales destacan la serie Homenaje al caserío vasco o la serie Sobre el estilo vasco, siendo esta última la serie en la que acumula en vertical varias tizas que, al ser de diferente altura, van generando unos volúmenes vacíos.

Además de los usos propiamente escultóricos de los modelos del Laboratorio de tizas, uno de ellos fue utilizado como logo por el Taller de Diseño Político y Cultural de Artistas Vascos de Bilbao. Tras la muerte de Franco y en un momento en que las tensiones entre el centro y la periferia del Estado español alcanzaban un punto crítico, este pequeño modelo en tiza, que por su articulación se asemejaba a un corte de mangas, vino a simbolizar las relaciones del momento entre Euskadi y Madrid. Esta maqueta no fue materializada en bronce hasta comienzos de los años noventa, con el título de Hau Madrilentzat y, paradójicamente, acabó siendo ampliada en 1992 para la sede del Banco de España en Madrid.

“Con los dedos sitúo una tiza en el aire, este pequeño sólido geométrico antes no era obra de arte, ahora lo es, porque la preparación del espectador rompe su cerrada y geométrica independencia, la convierte en obra abierta, en una estructura de participaciones con su entorno.” Jorge Oteiza