El artista Portugués Robert Panda sigue fiel a sus principios de grafitero: “provocar, provocar y provocar”. Lo hizo en los muros y paredes de Lisboa y lo hace ahora con esta exposición individual.
En 2011 Panda comenzó a trabajar en el proyecto «Los Estúpidos». Culpaba de la crisis a políticos, burócratas y agentes financieros, pero enseguida se dio cuenta de que los culpables de la crisis éramos todos, y todos éramos igual de estúpidos. Comenzó a colocar estilizadas y simpáticas figuras antropomorfas realizadas con materiales como papel y cinta adhesiva, fibra de vidrio o cemento, en diversas localizaciones con el fin de sorprender e interactuar con los transeúntes.
“Las nuevas instalaciones las coloqué en lugares más accesibles, y para mi gran asombro, me di cuenta de que la gente empezó a reunirse de forma natural alrededor del Estúpido. Existía una atracción inmediata e instintiva”.
Nada define mejor la estupidez que hacerse un selfie mientras se habla con un colorido objeto inanimado, una figura camaleónica que puede adoptar diferentes colores y posturas que varían según el lugar y estado de ánimo de cada uno. El autor defiende a los “protagonistas” de su trabajo:
“Ser estúpido es estúpido, pero también puede ser interesante y divertido”.
